martes, 15 de abril de 2014

MUERTO EL PERRO SE ACABO' LA RABIA




Faltan todavía 21 días para que 9 canales de TDT tengan que cesar sus emisiones por orden suya, y Víctor Calvo Sotelo Ibáñez Martin ya anuncia, en una entrevista en El Economista de hoy, que podrían cerrar 8 canales más.
Y lo dice con un toque de thriller suspensivo, avisando a las empresas televisivas privadas de lo que les puede pasar, con el tono de uno, uno cualquiera, que pasa casualmente por allí y comenta la cosa como si no fuera cosa suya.

Parece Víctor Calvo Sotelo Ibáñez Martin no darse cuenta que si las empresas privadas están metidas en este lío, y en el todavía más grande que el mismo pre-anuncia, es solamente porque el Estado español, quien le paga la nómina, metió la pata en lo que solo el estado puede hacer: las leyes. El Gobierno, el anterior matiza Víctor Calvo Sotelo Ibáñez (como si estuviéramos en una república bolivariana que no reconoce los compromisos anteriores), cometió errores formales que causaron una sentencia del Tribunal Supremo, y él se limita a aplicarla.

Y cierra 9 canales TDT, como un veterinario que, llamado a curar 9 perros de la rabia sobrevenida por un error de un colega, no encuentra otra cura que matarlos, por el noto principio hipocrático que “muerto el perro, se acabó la rabia”.

Así parece que Víctor Calvo Sotelo Ibáñez  no se dé cuenta que él, precisamente él, Secretario de Estado de Telecomunicaciones, es la autoridad que tiene la responsabilidad más directa en arreglar este desaguisado cada día más monumental. La sentencia del Tribunal Supremo, que él se limita a aplicar, reconoce que las empresas cumplieron todas y cada una de las obligaciones impuestas por el Estado y no tienen responsabilidad alguna. Además, como el mismísimo Víctor Calvo Sotelo Ibáñez  reconoce en otra entrevista, las empresas tendrían derecho a pedir una cuantiosa indemnización por los daños y prejuicios que el Estado les haya podido causar.

¿Y por qué este veterinario no aplica una cura para salvar los 9 perros a los que su antecesor les infectó la rabia, evitando de esta forma que el Estado pague robustas indemnizaciones con el dinero de los contribuyentes?  ¿A caso no existe curación posible?

Los dueños de los 9 perros le sugirieron una solución, pero el Secretario de Estado contestó que la Unión Europea podría no estar de acuerdo y citó “el caso Francés” que, dicho sea de paso, no tiene nada que ver con la rabia, como otros muy reconocidos galenos le hicieron notar.

“Es que la cura que proponéis es de dudosa legalidad” insistió Víctor Calvo Sotelo. Pero ¿si la aplicasteis vosotros, en la misma consulta veterinaria, y con éxito, hace poco, en Bilbao? ¿Cómo puede ser la vacuna de dudosa legalidad en Madrid y perfectamente legal en Bilbao?

“Ya no estamos a tiempo para salvarlos, han pasado 18 meses, ya no se pueden curar” concluye Víctor Calvo Sotelo, el propio veterinario que ha tenido los 9 perros constantemente controlados y que nada ha hecho en año y medio.

A los perros no les queda esperanza: el veterinario ha decidido que tienen que morir, aunque fácil sería solucionar la rabia con una vacuna que él se niega, en este caso, en aplicar.

Y ahora Víctor Calvo anuncia descuidadamente que la epidemia de rabia se expande y podría matar a otros 8 perros y dice de la posible nueva sentencia del Tribunal Supremo “que este puente lo cruzaremos cuando lleguemos a él”.

Podría uno pensar que Víctor sea un incompetente, o un vago, o un irresponsable, por combatir la rabia matando perros.

Pero no es así.

Víctor sabe exactamente lo que hace y persigue una misión. Su misión no es curar la rabia; su objetivo es matar perros.

Cuando ingresó en el Gobierno como Secretario de Estado, su primera preocupación fue convocar todos los dueños de TDT (había 24 TDT) y les presentó una propuesta muy peculiar. Aunque entonces no había todavía sentencia del Tribunal Supremo, Víctor propuso matar una TDT cada dos, pasar de 24 a 12, para facilitar el Dividendo Digital, adelantarlo de 1 año, ahorrarse casi 1.000 millones que el Estado había ya ingresado de las Telecos y que pero se habían gastado en otros asuntos, y de paso apuntarse una medalla.

Los dueños, que querían a sus TDT, le contestaron que ni hablar de sacrificar, así sin razón, 12 TDT y Víctor tuvo que retirar de mala gana la propuesta. Y cuando, unos meses más tarde, llegó la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba el Gobierno por haber infectados a 9 TDT, Víctor intuyó que ésta podía ser la solución para su problema. Y ahora espera que la epidemia se propague más y que la rabia acabe diezmando las TDT.

La TDT, televisión gratuita, que se recibe con una antena sencilla, que todo el mundo ve un promedio de 4 horas al día,  ha sido uno de los éxitos internacionales de España, el primer país europeo en introducirla, permitiendo que los españoles recibieran programas de entretenimiento, de información de distinta tendencia, de cine, de documentales, de animación, de telenovelas, de series americanas, de deporte. Todo gratuitamente.

También a Víctor  le gusta la TDT, unas más que otras, y por supuesto le gustaría tener más de las que le gustan, sustituyendo a algunas que no le gustan; pero como Secretario de Estado de TLC le preocupa la televisión de pago, que sufre la competencia de una TDT tan variada y tan gratuita; le preocupa la televisión pública, cada día más en crisis de audiencia y económica, a pesar de estar financiada propio por las TDT; le preocupan las Telecos y su modelo de negocio futuro, que se expandiría mucho más, si para ver la televisión fuera necesario contratar el triple-play de una telefónica.

Para eso se está trabajando, para reducir la TV gratuita a un producto limitado, preferentemente público, para transferir todo lo más interesante de la TV gratuita a la TV de pago; para que, con la excusa del progreso, sea indispensable pagar a una compañia telefonica, también para ver la TV gratuita.


¿Y porqué extrañarse de todo esto? De los últimos cinco Secretarios de Estado de Telecomunicaciones, tres pasaron por Telefónica.