Faltan
todavía 21 días para que 9 canales de TDT tengan que cesar sus emisiones por
orden suya, y Víctor Calvo Sotelo Ibáñez Martin ya anuncia, en una entrevista
en El Economista de hoy, que podrían cerrar 8 canales más.
Y lo dice
con un toque de thriller suspensivo, avisando a las empresas televisivas
privadas de lo que les puede pasar, con el tono de uno, uno cualquiera, que
pasa casualmente por allí y comenta la cosa como si no fuera cosa suya.
Parece Víctor
Calvo Sotelo Ibáñez Martin no darse cuenta que si las empresas privadas están
metidas en este lío, y en el todavía más grande que el mismo pre-anuncia, es
solamente porque el Estado español, quien le paga la nómina, metió la pata en
lo que solo el estado puede hacer: las leyes. El Gobierno, el anterior matiza
Víctor Calvo Sotelo Ibáñez (como si estuviéramos en una república
bolivariana que no reconoce los compromisos anteriores), cometió errores
formales que causaron una sentencia del Tribunal Supremo, y él se limita a aplicarla.
Y cierra 9
canales TDT, como un veterinario que, llamado a curar 9 perros de la rabia
sobrevenida por un error de un colega, no encuentra otra cura que matarlos, por
el noto principio hipocrático que “muerto el perro, se acabó la rabia”.
Así parece
que Víctor Calvo Sotelo Ibáñez no se dé cuenta que él, precisamente él,
Secretario de Estado de Telecomunicaciones, es la autoridad que tiene la
responsabilidad más directa en arreglar este desaguisado cada día más
monumental. La sentencia del Tribunal Supremo, que él se limita a aplicar,
reconoce que las empresas cumplieron todas y cada una de las obligaciones
impuestas por el Estado y no tienen responsabilidad alguna. Además, como el
mismísimo Víctor Calvo Sotelo Ibáñez reconoce en otra entrevista, las
empresas tendrían derecho a pedir una cuantiosa indemnización por los daños y
prejuicios que el Estado les haya podido causar.
¿Y por qué
este veterinario no aplica una cura para salvar los 9 perros a los que su
antecesor les infectó la rabia, evitando de esta forma que el Estado pague
robustas indemnizaciones con el dinero de los contribuyentes? ¿A caso no existe curación posible?
Los dueños
de los 9 perros le sugirieron una solución, pero el Secretario de Estado contestó que la Unión
Europea podría no estar de acuerdo y citó “el caso Francés” que, dicho sea de
paso, no tiene nada que ver con la rabia, como otros muy reconocidos galenos le
hicieron notar.
“Es que la
cura que proponéis es de dudosa legalidad” insistió Víctor Calvo Sotelo. Pero ¿si la aplicasteis vosotros, en la misma consulta veterinaria, y
con éxito, hace poco, en Bilbao? ¿Cómo puede ser la vacuna de dudosa legalidad
en Madrid y perfectamente legal en Bilbao?
“Ya no
estamos a tiempo para salvarlos, han pasado 18 meses, ya no se pueden curar” concluye
Víctor Calvo Sotelo, el propio veterinario que ha tenido los 9
perros constantemente controlados y que nada ha hecho en año y medio.
A los
perros no les queda esperanza: el veterinario ha decidido que tienen que morir,
aunque fácil sería solucionar la rabia con una vacuna que él se niega, en este
caso, en aplicar.
Y ahora
Víctor Calvo anuncia descuidadamente que la epidemia de
rabia se expande y podría matar a otros 8 perros y dice de la posible nueva
sentencia del Tribunal Supremo “que este puente lo cruzaremos cuando lleguemos
a él”.
Podría uno
pensar que Víctor sea un incompetente, o un vago, o un irresponsable,
por combatir la rabia matando perros.
Pero no es
así.
Víctor sabe exactamente lo que hace y persigue una misión. Su misión no es curar
la rabia; su objetivo es matar perros.
Cuando
ingresó en el Gobierno como Secretario de Estado, su primera preocupación fue
convocar todos los dueños de TDT (había 24 TDT) y les presentó una propuesta
muy peculiar. Aunque entonces no había todavía sentencia del Tribunal Supremo,
Víctor propuso matar una TDT cada dos, pasar de 24 a 12, para
facilitar el Dividendo Digital, adelantarlo de 1 año, ahorrarse casi 1.000
millones que el Estado había ya ingresado de las Telecos y que pero se habían
gastado en otros asuntos, y de paso apuntarse una medalla.
Los dueños,
que querían a sus TDT, le contestaron que ni hablar de sacrificar, así sin
razón, 12 TDT y Víctor tuvo que retirar de mala gana la propuesta. Y cuando,
unos meses más tarde, llegó la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba el
Gobierno por haber infectados a 9 TDT, Víctor intuyó que ésta podía ser la
solución para su problema. Y ahora espera que la epidemia se propague más y que
la rabia acabe diezmando las TDT.
La TDT,
televisión gratuita, que se recibe con una antena sencilla, que todo el mundo
ve un promedio de 4 horas al día, ha
sido uno de los éxitos internacionales de España, el primer país europeo en
introducirla, permitiendo que los españoles recibieran programas de
entretenimiento, de información de distinta tendencia, de cine, de
documentales, de animación, de telenovelas, de series americanas, de deporte. Todo
gratuitamente.
También a
Víctor le gusta la TDT, unas más que
otras, y por supuesto le gustaría tener más de las que le gustan, sustituyendo
a algunas que no le gustan; pero como
Secretario de Estado de TLC le preocupa la televisión de pago, que sufre la
competencia de una TDT tan variada y tan gratuita; le preocupa la televisión
pública, cada día más en crisis de audiencia y económica, a pesar de estar
financiada propio por las TDT; le preocupan las Telecos y su modelo de negocio
futuro, que se expandiría mucho más, si para ver la televisión fuera necesario
contratar el triple-play de una telefónica.
Para eso se
está trabajando, para reducir la TV gratuita a un producto limitado,
preferentemente público, para transferir todo lo más interesante de la TV gratuita a la TV de pago; para que, con la excusa del progreso, sea indispensable pagar a
una compañia telefonica, también para ver la TV gratuita.
¿Y porqué
extrañarse de todo esto? De los últimos cinco Secretarios de Estado de
Telecomunicaciones, tres pasaron por Telefónica.