sábado, 29 de marzo de 2014

EL AVION QUE ERA UN REMOLCADOR



El caso del amerizaje de emergencia de un avión  en Canarias, que resultó ser un remolcador que flotaba perfectamente, merece una profundización para explicar porqué, más que un avión, fue media profesión periodística del país a precipitarse, al dar una dramática noticia que en 10 minutos resultó ser completamente  falsa.

Como todo el mundo ya sabe, un twitt del 112 Emergencias de Canarias, que alertaba que un avión flotaba en el mar, desencadenó una reacción en cadena que, entre muchos y más graves efectos, procuró un enorme dolor de cabeza a medios de comunicación, agencias de noticias, renombrados comunicadores, periodistas veteranos e improvisados que se precipitaron, ellos si, a retwittear la presunta noticia.

En pocos minutos nos “informaban” que el avión era un Boeing 737; que pertenecía a la flota Tui; que había despegado unos minutos antes del aeropuerto de Tenerife; que había amerizado en frente a la playa de Telde; que ya había una foto en la red donde se veía claramente el avión flotando en la mar.

Solo 9 minutos después ya llegaba el desmentido oficial: no había ningún avión flotando; lo que flotaba, perfectamente, era un remolcador que transportaba una grúa amarilla, que alguien confundió con la silueta de un avión en la mar.

Todos los que se habían precipitado a “informar” de un posible desastre aéreo de grandes proporciones, sin contrastar adecuadamente la veracidad de la noticia que estaban difundiendo, se precipitaron otra vez en adosarle toda la responsabilidad del único verdadero desastre del día al 112 Emergencias de Canarias.
“Era una fuente oficial” dijo alguien, “¿cómo dudar de su veracidad?”.  “¿Qué culpa tenemos si era un bulo?”

Lo que hace del periodista y del cartero dos profesiones muy distintas es la circunstancia que mientras el primero sabe  lo que dice o escribe, y lo dice y lo escribe a sus seguidores garantizándoles que es verdad, el segundo se limita a tramitar la comunicación que le confía el remitente para que la entregue al destinatario, sin darse mínimamente cuenta del contenido que entrega por cuenta de un remitente que no conoce.
El periodista, al contrario, elige sus fuentes libremente, las acredita según su juicio, se hace garante con sus lectores de su fiabilidad y responde en primera persona de lo que difunde.

La verdadera característica de un periodista de verdad es que no cuenta tonterías, ni las suyas ni las de los demás.
Cuando un periodista decide difundir como propia una información que le llega de una fuente, automáticamente pone en juego con sus seguidores su credibilidad profesional, no la de la fuente.


En el caso en cuestión, la noticia no fue: “112 Emergencias de Canarias comunica…”. En muchísimos caso se difundió directamente, avalando en primera persona una noticia sin una averiguación directa, la que todo periodista habría tenido que imponerse rigurosamente, tratándose de un supuesto desastre con muchísimas posibles víctimas, y que resultó ser un espejismo fotográfico, y fu desmentida en pocos minutos por quien habría tenido que ser interpelado por los medios, antes de difundirla.

Por eso los periodistas de verdad no pueden echarle el muerto encima al 112 Emergencias de Canarias, que tiene indudablemente mucha responsabilidad; porqué la decisión de difundir lo que en unos minutos resultaría  ser una tontería, la tomaron ellos, sin preocuparse suficientemente de contrastar si era o no cierto.

Todo esto pasó porque en época digital decir una tontería parece menos grave que llegar tarde. Parece, no sin la vanidad de la ante-prima y de la exclusiva que tanto perjudican la calidad de la información, que  rectificar, hasta al desmentido total, descalifica menos que decir una tontería.


Y las tonterías, ni propias ni ajenas, no van con la profesión. Mejor hubiese sido pedir humildemente perdón y callarse hasta la próxima vez que vaya a pasar lo mismo.

jueves, 6 de marzo de 2014

HETEROGENESIS DE LOS FINES

Publico, por primera vez y 19 meses después de escribirla, una reflexión generada por la decisión de la hoy desaparecida Comisión Nacional de la Competencia de condicionar el proyecto de fusión entre Antena 3 Television y LaSexta de tal forma de hacerla inviable.
Decidí entonces no publicarla por la extremada delicadeza del momento y para no levantar una polémica mientras todavía estaba abierto el tramite de autorizaciónPosteriormente el Gobierno autorizó esta fusión, aplicando las mismas condiciones que la CNC había aceptado en el caso de la anterior fusión entre Telecinco y Cuatro. 
Hago publica ahora esta reflexión para confutar la tesis que la autorización del Gobierno pueda considerarse un "favor", como muchos siguen afirmando, y para defender que fue una decisión correcta, la única que podía mantener un aceptable nivel de verdadera competencia en el sector televisivo privado en España.



Heterogénesis de los fines
  
Wilhelm Wundt (1832 – 1920) fue el primero en utilizar la expresión “Heterogénesis de los fines”, para indicar “las consecuencias no intencionadas de acciones intencionadas”.
Ya dos siglos antes, el filosofo italiano Giambattista Vico (1668 – 1744) teorizó la contraposición del Libero Albedrio Humano en relación al Diseño Universal.

Es la llamada “lógica de las contradicciones”, que explica como tal vez la persecución abstracta de un fin puede conducir paradójicamente a la afirmación en la vida real justo de lo contrario a lo deseado.

Es la trampa en la que ha caído la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) en el procedimiento de fusión entre Antena 3 TV y LaSexta Televisión.

La CNC es un organismo INDEPENDIENTE, que opera en plena libertad, sin estar sometida a otra presión que no sea el cumplimento de los fines que le son encomendados, es decir la defensa del máximo nivel de competencia compatible en un mercado dado. La CNC dispone de una estructura de funcionarios elegidos, se supone, por su competencia en la materia, que se ha dedicado en los últimos dos años a estudiar en profundidad el mercado en el que operan las empresas privadas de televisión.

Por lo tanto la CNC es la única responsable del nivel de competencia de los mercados que investiga y de las consecuencias ultimas de las autorizaciones, más o menos condicionadas, que otorga o niega.

La CNC, después de haberlo analizado a lo largo de 8 meses, ha emitido su autorización al proyecto de fusión entre Antena 3 y LaSexta, subordinándola a unas condiciones mucho mas gravosas de las que permitieron hace dos años la fusión entre Telecinco y Cuatro, autorizada por la misma comisión, a pesar de ser mucho mas relevante por tamaño y circunstancias de mercado.

Las condiciones impuestas por la CNC a Antena 3/LaSexta resultan tan gravosas, como han confirmado todos los analistas financieros, que a las dos empresas no les queda mas remedio que abandonar el proyecto de fusión.

Por mucho que la CNC se esfuerce de demonstrar la legitimidad de estas medidas con doctísimas argumentaciones, no puede conseguir explicar de forma comprensible al sentido común de la opinión publica que estas condiciones no sean injustas y discriminatorias.

Es normal preguntarse como sea posible que una operación de concentración (Telecinco+Cuatro) ANTERIOR y mas GRANDE (45% de cuota de mercado) resulte sometida a limitaciones en numero inferior, mas livianas de cumplir y por un periodo mas corto (3 años) que la fusión entre Antena 3 y LaSexta, que no deja de ser la respuesta de estas dos compañía para poder seguir compitiendo, aunque con una cuota de mercado menor (42%), y de paso homologar el mercado español a la situación de todos los principales mercados televisivos europeos, con un duopolio competitivo entre dos grandes operadores privados en cada mercado y cuotas de facturación publicitaria cumuladas siempre superiores al 80%.

Si Antena 3 y LaSexta aceptasen las condiciones injustas y evidentemente discriminatorias impuestas por la CNC, estarían condenadas a competir almeno 5 años en condiciones de clara desventaja e inferioridad.

Las consecuencias finales de la intervención de la CNC en estos últimos dos años en el sector televisivo serán: (i) haber permitido el nacimiento de Mediaset España, es decir un grupo con el control del 45% del mercado de la televisión en abierto y con una participación relevante en el mayor operador de televisión de pago; (ii) impedir de facto la formación del único competidor que podría competir con Mediaset España en igualdad de condiciones, imponiendo medidas injustificadamente discriminatorias; (iii) condenar Antena 3 Televisión a seguir compitiendo en condiciones desiguales; (iv) obligar a LaSexta a afrontar un futuro difícil e incierto; (v) blindar de esta forma el monopolio virtual de Mediaset y la posición de absoluto dominio de sus accionistas en el mercado de la comunicación en España.

Al no ser que todo esto fuera exactamente lo que buscaba la CNC, estamos en frente a un ejemplo perfecto de “Heterogénesis de los fines”.

¡Enhorabuena!