Hoy
LaSexta celebra su décimo cumpleaños.
He considerado oportuno celebrarlo dedicando
unas líneas a una persona que ha contribuido en manera determinante, como pocos
otros más, a su incontrovertible liderazgo informativo.
Los "padres" de LaSexta, entre
muchos otros Roures, Benet, Contreras, Ferreras, Ruiz de Gauna, construyeron
desde el primer momento una TV distinta, innovadora, original y con una clara y
declarada orientación de izquierda.
LaSexta fue desde su primer minuto de vida
una TV diferente.
Pero, como decía Indro Montanelli, un gigante
del periodismo europeo, en la vida más que buenos amigos es importante tener
buenos enemigos.
Quiero reconocer públicamente el papel del
más precioso enemigo que ha tenido LaSexta en esto 10 años; un enemigo
luminoso, constante en su invectiva, implacable en su crítica, incansable en
sus ataques, irresistible en sus embestidas.
Un enemigo que ha contribuido, más que todos
los amigos, a definir la identidad de LaSexta, utilizando la sofisticada
técnica massmediologica del "a contrario"; situándose permanentemente
a las antípodas de todo lo que hacía LaSexta; imputándole todos los pecados del
mundo.
Esta perseverancia suya ha producido lo que
en química se define “escisión electrolítica”, violentas descargas eléctricas que
separan inconciliablemente los elementos entre sí adversos.
Con una labor incansable de decenas de
artículos, centenares de apariciones radiotelevisivas y miles de twitts, el
Enemigo Mayor de LaSexta ha conseguido realizar con ella una antinomia
perfecta, adamantina, digitalmente antagónica. Un desequilibrio total, tan
radical de convertirse en un elemento de estabilidad.
Sus polémicas, recíprocamente alborozantes,
con el líder del Access Prime-Time de la TV en España, siempre me han recordado
las peleas de borrachos que, después de una juerga de vino y epítetos, salen
juntos de la taberna, sujetándose hombro a hombro el uno con el otro, para no
caerse los dos tumbados en la acera.
La intensidad lírica del insulto ha alcanzado
en él una epopeya casi homérica, que traspasa la línea del vero-falso: como
toda energía en estado puro, es totalmente priva de materialidad.
En efecto el derecho a criticar prescinde
totalmente de tener o no la razón.
Si un crítico siempre tuviese la razón de su
parte, ya no sería crítico; sería el Heraldo de la Verdad Única, eso que en
ruso, y en la URSS, era PRAVDA, a su vez tan criticada por el nuestro.
Criticar es también equivocarse.
Como le ocurre, por ejemplo, cuando acusa el
Presidente del Gobierno de haber “salvado” LaSexta.
Sin preguntarse ni una sola vez porque la
CNC, entonces dominada por el PSOE, autorizó la fusión T5 + Cuatro a unas
condiciones que un año más tarde negó a la fusión, posterior y de menor tamaño,
entre A3TV e LaSexta; sin preguntarse quién quería el dominio mediático-publicitario
del eje Prisa – Mediaset; sin preguntarse si un oligopolio competitivo fuese
mejor que un monopolio, para el mercado y para el pluralismo informativo.
Sí, también el Enemigo Mayor de LaSexta se equivoca,
aunque reconozco que en ocasiones estoy más de acuerdo con el que con LaSexta.
Lo que no consigo explicarle es que en un
grupo plural como Atresmedia, que suma medios con muy diferente orientación editorial,
sería imposible para cualquiera estar de acuerdo contemporáneamente con todos.
Es que el pluralismo, a bien ver, es suma de
parcialidades y todos tenemos legítimamente nuestras preferencias. Afortunadamente
podemos elegir entre muchos y diferentes medios, los que le tienen a él cómo
contertulio, por la verdad cada vez menos, y todos los demás que sobreviven también
sin él.
LaSexta brilla cada día más de luz propia y
se beneficia además del reflejo de las polémicas que nuestro querido enemigo
genera continuamente.
En realidad él LaSexta la querría cerrar: “Carthago
delenda est”
Se lo ha pedido hasta a los tribunales, que
no le han hecho caso; por ser “cómplices”, dijo este preclaro defensor del
Estado de Derecho.
Si no cerrada, al menos que quiebre, pensó.
Pero resulta que Atresmedia ha hecho de
LaSexta una empresa sana, rentable y fuerte. De Izquierda, pero independiente.
Así que tampoco perdona a los que nos
dedicamos, no ya a los telediarios o a los programas informativos, sino a
gestionar la empresa, imputándonos de “querer ganar dinero”
Se olvida,
este liberal sin fronteras, que ganar dinero es un derecho constitucional y una
obligación para quienes administramos las inversiones de los accionistas.
A pesar de todos sus defectos, ni pocos ni
pequeños, estoy muy agradecido a nuestro Enemigo, porque es el mejor que nos
pudiera tocar.
Culto, valiente, claro, directo,
siempre, también en las muchas ocasiones en las que se equivoca.
No todos los que animan a diario el debate político
en este país pueden presumir de tener estas cualidades.
Decían a Langley de Somoza:
“Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de
puta”
Hermann Tertsch es nuestro Enemigo Mayor, un
periodista que en el bien y en el mal dejará un legado en la historia del
periodismo español de la Transición hasta hoy, a quien le tengo un cariño sincero, que a menudo él pone
a dura prueba y que seguiré teniéndole, a pesar de él.
Madrid,
10 Abril 2016